7 de maig 2013

¿Cataluña nunca fue estado?

Negar la existencia del otro como forma máxima de desprecio. Así se comporta el nacionalismo español, al menos una parte nada minoritaria del mismo, tratando por todos los medios de deslegitimar el derecho de los catalanes a decidir libremente su futuro. En respuesta a ello, sólo cabe insistir en los hechos: Cataluña sí fue estado y, por supuesto, nación.

Uno de los dardos dialécticos más recurrentes del españolismo a la hora de cuestionar el derecho de los catalanes a tener un estado propio es negar la existencia histórica del mismo: "Cataluña nunca fue estado, ni por ende nación; ergo si no lo fue en el pasado, no hay motivo para que lo sea en el presente." Es, sin duda, la más sesuda elucubración del corro de intelectuales y voceros mediáticos del españolismo rancio y uno de los argumentos predilectos al que se aferran muchos españoles de a pie (blogueros, comentaristas y algún que otro troll cibernáutico) para defender su postura contraria a cualquier tipo de acuerdo político sobre el tema. A modo de ejemplo remito a este artículo publicado el 4/05/2013 en la web www.cuencanews.es, con el título ‘Lauto imperio en ciernes’. Es tan sólo uno entre miles.

Fachada del Palau de la Generalitat, sede del Gobierno de Cataluña. / Foto: Bracketing Life - Flickr

En él el autor se ceba con la referencia “al imperio catalán de la Edad Media” hecha por el presidente Artur Mas, en lo que con desdén denomina “su periplo europeo”. Le viene de perlas al citado autor para reafirmarse en el dogma de que Cataluña nunca fue reino (estado) independiente —y si no fue estado, menos iba a ser imperio—, y lo justifica, como hacen todos, en el hecho de que Cataluña formaba parte en aquel entonces de la Corona de Aragón y a ésta correspondía, por tanto, la condición de estado y de imperio si cabe. El argumento parece sólido, pero lo es sólo en apariencia: en el fondo es una burda manipulación de la verdad histórica, un sofisma con trampa muy propio de las mentes pensantes de la llamada Caverna, tan avezadas a cocinar verdades con mentiras sazonándolas con anacronismos e interpretaciones sesgadas.

Vamos a desfacer el entuerto: Cataluña ya era estado, en el sentido medieval del concepto, antes de vincularse al estado (reino) aragonés y conformar con éste la Corona de Aragón, que no fue propiamente un estado, sino una confederación de estados que mantuvieron su independencia recíproca bajo un mismo monarca. Por tanto, Cataluña continuó siendo estado después de vincularse (que no unirse) a Aragón, en el siglo XII, situación que no cambió substancialmente cuando la Corona de Aragón se vinculó a la de Castilla en una nueva confederación a partir del matrimonio de los Reyes Católicos (siglo XV), realidad que se mantuvo, de iure, hasta el fatídico 1714, o para ser más exactos hasta el Decreto de Nueva Planta, de 1716.

Portada de las Constituciones (fueros) de
Cataluña en tiempos de Felipe V, quien las
aboliría al término de la Guerra de Sucesión.
Esto —la agregación y superposición de estados— que puede parecer extraño en la actualidad, no lo era en absoluto en aquellos tiempos. El concepto de estado en el sentido moderno no existía aún. Las soberanías todavía iban primordialmente ligadas a las personas de los reyes, pero está claro que, en un sentido medieval, Cataluña fue independiente y tuvo sus propias estructuras estatales. Se podría decir incluso que fue más estado que la propia Castilla, ya que mientras allí imperaba aquello de “do hay reyes no mandan leyes”, en Cataluña los condes primero y más tarde los reyes tuvieron que negociar con los otros estamentos del país y de ahí surgieron instituciones de gobierno y leyes propias (fueros), elementos intrínsecos de todo estado, antiguo o moderno.

Hay que decir que la negación del hecho que Cataluña fue estado, al igual que Aragón o Castilla, por parte del nacionalismo español no obedece sólo a un propósito (en algunos casos evidente) de falsear la historia, sino que es algo más profundo y complejo. Es una cuestión, pienso yo, de mentalidad y concepto de lo que es estado y de cómo se construye territorial y jurídicamente. Resumiendo, podemos decir que tanto Cataluña (con Aragón) como Castilla, y España después, fueron estados conquistadores que se engrandecieron con la conquista y anexión de otros territorios, pero con una diferencia de método que posiblemente nos remita al ADN cultural de ambas naciones y que explica el porqué de la mutua incomprensión y recelo a lo largo de los siglos. Mientras Castilla apostaba por un imperialismo asimilador o uniformizador consistente en que los nuevos territorios pasaban a ser parte indivisible del reino castellano, Cataluña y Aragón apostaron por un imperialismo de agregación o yuxtaposición, es decir: los territorios incorporados mantenían su propia identidad y autonomía, y no pasaban a ser simples provincias del estado conquistador. Ello explica, por ejemplo, que Valencia y Mallorca (Baleares), anexionadas a la Corona de Aragón en el siglo XIII hayan mantenido su identidad propia y diferenciada (en nombre de la cual algunos se permiten ahora maldecir todo lo catalán), mientras que, por el contrario, Granada, anexionada siglos después por Castilla, haya perdido su personalidad jurídica y conciencia de país, como ocurrió con toda tierra conquistada por las armas de Castilla. Incluso León, que fue reino antes que Castilla fue disuelto políticamente y fundido con ésta en un único estado. Cabe preguntarse si los leoneses de antaño no hubieran preferido que la relación con Castilla fuera de mutuo respeto y equidad como lo fue la de Aragón con Cataluña, pero eso ya es harina de otro costal...

Mapa político de España del siglo XIX donde se distingue claramente entre la "España Uniforme" (surgida de la Corona de Castilla) y la
"España Incorporada o Asimilada", que corresponde a los estados que habían formado parte de la Corona de Aragón. / Fondo: Biblioteca Nacional.

Debido a esa diferencia de mentalidad y concepto, las Coronas de Castilla y Aragón (con Cataluña como principal exponente) estaban condenadas a no entenderse y a chocar en su relación dentro de la entitad política común: España. El hecho de que la Corona de Aragón y sus diferentes territorios mantuvieran su independencia aun estando bajo el mismo cetro que Castilla era algo que para la mentalidad castellana no cuadraba. Consecuencia: Ya desde Carlos I, sucesor de los Reyes Católicos, hasta Felipe V la relación entre ambas Coronas fue un tira y afloja casi constante entre una Castilla cada vez más española y españolizante, ansiosa por asimilar a su vecino catalano-aragonés, y una Corona de Aragón celosa de sus fueros y soberanía, para nada dispuesta a amoldarse a la horma de Castilla. Este forcejeo terminó trágicamente con la Guerra de Sucesión (1700-1714) y la victoria e imposición del modelo castellano a los territorios díscolos de la Corona de Aragón. Y ahí sí dejó de existir Cataluña como estado, pero no la nación que subyacía bajo él y que, con el tiempo, volvería a resurgir y a reivindicar los derechos que le son propios, entre ellos el de tener estado propio.

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3 comentaris :

  1. Lista nombres de REYES de Cataluña. (1,2,3, responda otra vez).

    Que digas que Cataluña tal como se concibe territorialmente en la actualidad era un estado antes de su anexión (o vinculación en ese juego de palabras tan manido) a la Corona (esta sí, con rey) Aragonesa es una salvajada propia del revisionismo histórico catalán.

    Y no sólo eso, sino que la Corona Aragonesa (y Catalana como te gusta a tí añadir) era todo un ejemplo de saber hacer, de respeto por la cultura mientras que la castellana (ese vil demonio que ya debería matar por entonces toros para el disfrute de las clases altas y degollar niños en la calle por hablar raro) era el vivo ejemplo de lo que somos los españoles pura sangre: opresores del débil, agresores de la cultura y además olemos mal.

    Pero lo que es peor es que hagas propios de catalanes los logros de los aragoneses. No fue Ramón Berenguer sino Jaime I (de Aragón según la historia científica aunque supongo que para tí sería de Aragón y del estado independiente de Cataluña) el que conquistó Valencia y Baleares.

    Los motivos por los que la actual Cataluña anhele la independencia (legítimos si los conforman una mayoría) deberían fundamentarse en evidencias reales (la lengua, la cultura, etc.) pero jamás sustentarse en falsos maquillajes históricos que en nada os benefician en ese camino hacia la Ítaca prometida.

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    1. Estimado lector,

      Voy a intentar responderte yendo por partes sin pretender verdades absoluta pero sí bastante ciertas:

      Cataluña no tiene reyes: tiene condes soberanos. Lo que acredita la existencia de un Estado independiente no es el título del gobernante sino su condición de soberano. La casa condal de Barcelona (núcleo de la Cataluña medieval) se independiza de facto del rey de Francia en tiempos del conde Borrell II (s. X) y su hijo, Ramón Borrell, gobierna ya como un soberano con todas sus atribuciones, tales como la libre disposición del patrimonio fiscal, otorgar privilegios y acuñar moneda con su efigie y nombre: Raimundus. La independencia de iure la pactarán siglos más tarde Jaime I de Aragón y Luís IX de Francia en el llamado Tratado de Corbeil (1258), pero eso sólo significa el reconocimiento de una realidad preexistente. De hecho, la renuncia del rey francés a sus derechos sobre el condado de Barcelona no cambia absolutamente nada: Jaime I no se titula a partir de entonces rey de Barcelona o de Cataluña, mantiene intactos los títulos históricos porque estos conllevan tanta soberanía como el de rey de Aragón.

      Y una anécdota al caso: Cuando el padre del actual monarca, Juan de Borbón, heredó de su padre los derechos dinásticos de la Monarquía española en el exilio, a la muerte de éste en 1941, no escogió por casualidad el título de "Conde de Barcelona", que quiso conservar incluso cuando su hijo Juan Carlos ya era rey. El hombre sabía muy bien que era un título con dignidad real (de rey). Podía haber optado por un título como "Príncipe de Asturias" o "Príncipe de España" (lo sería su hijo), pero no, el quiso dejar muy claro aunque de manera sutil que él era rey, sin título y sin trono pero era rey.

      La "Corona Aragonesa y Catalana" o "de Cataluña-Aragón", como a mí me gusta decir, aunque tampoco tengo problema por llamarla "de Aragón" a secas, aunque no suelo hacerlo porque hay mucho despistado que se confunde con el Reino de Aragón o sobreentiende que se llamaría así porque el Reino de Aragón ejercía una especie de dominio sobre Cataluña, cosa totalmente errónea, la Corona Catalano-aragonesa, digo, no se consolidó jurídicamente como una unión de Estados hasta el s. XIV, en tiempos del rey (y conde) Jaime II, hasta esa fecha fueron Estados separados bajo un mismo monarca. Eso refuerza aún más si cabe la tesis que el Tratado de Corbeil fue un reconocimiento mutuo de soberanías entre Francia y Cataluña, a través de sus respectivos monarcas, uno de los cuales, el de Cataluña era a su vez rey de Aragón, como lo era de Valencia.
      Por lo que respecta a la denominación de la cosa, en los documentos de la época aparecen todas las formas posibles. A título de ejemplo: en el privilegio de anexión de Mallorca de 1286 aparece como "regno, dominio et corona Aragonum et Catalonie".

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    2. [Es continuación del comentario-respuesta anterior]

      En cuanto a lo de los demonios y los niños degollados eso ya te lo inventas tú. Yo sólo digo, y me remito a los hechos históricos, que las Coronas de Castilla y de Aragón tenían tradiciones políticas distintas y eso se reflejaba tanto en la forma que gobernaban a sus respectivos súbditos como en lo que a la incorporación de nuevos territorios se refiere. Una anécdota: Se cuenta que cuando la reina Isabel I de Castilla viajó por primera vez con su marido, Fernando II de Aragón, a los dominios de éste, quedó tan extrañada y sorprendida de los usos y costumbres políticos de esos territorios que dijo algo así: "Estos territorios no son nuestros; será menester volverlos a conquistar." Claro, la mujer estaba acostumbrada a reinar en Castilla donde hacía y deshacía a su antojo.

      Y por favor, no te confundas: para mí (y creo que para la mayoría de catalanes independentistas) el pueblo español merece todo mi respeto y cariño. Otra cosa es que no me gusten los toros (pero habrá manchegos, andaluces y leoneses a quienes tampoco les gustarán, ¡digo yo!) y otra cosa también es la opinión que yo pueda tener sobre el Estado español, es decir, sobre la estructura política que gobierna España. Y ya puestos, te diré (y eso es mi opinión pura y simple) que los catalanes, como pueblo, seguramente hemos sufrido bastante a lo largo de la historia bajo el Estado español, pero creo que, aun así, hemos sufrido menos de lo que han sufrido castellanos, andaluces y otros pueblos que han tenido que soportar de manera mucho más directa que nosotros el acogotamiento de la oligarquía que gobernó primero en Castilla y luego pasó a gobernar España.

      Y sobre lo de oler mal... bueno, eso ya depende de quien se ducha y quien no, pero, vaya, ni me lo había planteado ni creo que sea el caso. ;)

      Un saludo y gracias por aceptar que los catalanes podamos decidir democráticamente nuestro futuro, independientemente de nuestro pasado. :)

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